Sí, tal vez, no sé...eso fue lo primero que se les ocurrió cuando les fueron hechas ciertas preguntas sobre su pasado. Quizás no querían que nadie supiera sobre lo que ellas solían hacer durante su tiempo libre, y no es que ello fuere malo, sino que la sociedad les marcó tantos lineamientos que ahora se sienten avergonzadas de quienes son, pero ¿qué es lo que ellas hacían? ¿por qué sentían tanta pena de aceptar y de gritar ante el mundo lo que solían hacer hace apenas unos pocos años? La lucha de clases parece tan absurda en algunas ocasiones, si no es que siempre. Gente mirándose despreciativamente una a la otra sin tan siquiera conocerse. Prejuicio. Dolor. Ignorancia. ¿Qué les sucede a las personas que sólo piensan en cuánto tienes? ¿Acaso el valor monetario de lo que uno posee en las cuentas bancarias es lo que designa cuán valioso puedes llegar a ser como persona? Evidentemente no, pero los pequeños cerebros de la gente adinerada se vuelven más pequeños...parece que la "inflación" afecta sus cabezas, pues se inflan permitiendo que haya más espacio para el cerebro, pero el cerebro está tan acostumbrado a no funcionar que permite que ese espacio que tiene de sobra, se ocupe con puro aire. Afortunadamente, hay gente con verdadera capacidad intelectual, y no hablo de los escritores famosos con decenas y decenas de best-sellers. No. Tampoco me refiero a aquellos científicos que encuentran la cura a miles de enfermedades diariamente. Me refiero a aquella gente que conociendo sus capacidades, pero también sus limitaciones, se pone retos para lograr y los logra, por difíciles que parezcan. Y sí...todo esto qué tiene que ver con que ellas no pudieran decir a qué se dedicaban. Simple. Ante ellas había gente con cerebros tamaño cacahuate (sí Sara...como esos que ofreciste y que nadie aceptó) cuya capacidad intelectual no sobrepasa el saber cómo ir al baño y había mucha menos gente realmente capaz de entenderlas. Nadie supo nada. Nunca lo dijeron. Las preguntas cesaron. Ellas bebieron un poco de agua.